Si el Museo del Banco Central de Costa Rica no se hubiera construído bajo tierra, la Plaza de la Cultura que conocemos probablemente no existiría.
En 1973, cuando se demolieron edificios como la Botica Jiménez o el Casino Español -instalados en la actual Plaza- el Teatro Nacional pareció emerger entre el paisaje urbano josefino.
Allí, despejado, el -quizás- principal ícono de la arquitectura en Costa Rica adquirió otro rostro que no podía esconderse ante ninguna otra nueva edificación.
El redescubrimiento de una de las caras del Teatro transformó los planes para construir un edificio de dos pisos en otra idea casi moderna para el país: la creación de un Museo del Banco Central (bajo tierra) y de la Plaza de la Cultura: hoy núcleo neurálgico para buena parte de los visitantes de San José.
El caso sirve de ejemplo para comprender algunos de los beneficios que expertos señalan acerca de la construcción subterránea en el país: aún casi inexplorada.
El primer Congreso Costarricense de Obras Subterráneas entre ingenieros y arquitectos en el desarrollo de este tipo de obras afirmó que estos proyectos, aunque más costosos económicamente, podrían transformar los paisajes urbanos. Crearían -dicen- más espacios comunes para la interacción, disminuirían los tiempos de transporte y motivarían una mayor eficiencia en la planificación urbana.
El evento se llevo a cabo 9 y 10 de marzo pasados en San José.
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Peros y beneficios
La construcción bajo tierra en Costa Rica no es nueva. De hecho, además de las antiguas estructuras militares, artesanales y mineras, el país creó sus primeros túneles ferroviarios desde 1910 y estructuras de este tipo con fines hidroeléctricos desde 1963. Sin embargo, la gran mayoría de ellas han estado destinadas a la producción de electricidad.
Ignacio Arguedas, coordinador general de proyectos en la Oficina Técnica del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), estima que 114 de los 134 kilómetros que se han construído en Costa Rica de forma subterránea han sido ejecutados por el Instituto. 98% de esas obras se destinaron a la generación eléctrica.
Han Admiraal, presidente del Comité para el Espacio Subterráneo, Itacus, de la Asociación Internacional de Túneles y Espacios Subterráneos destaca, sin embargo, que la obra subterránea puede ir más allá.
«No se trata del negocio de hacer túneles, sino de hacer nuestras ciudades habitables de nuevo» afirma. «Hay infraestructura que puede pasar al subsuelo para ser reemplazada por las áreas urbanas».